La Criminología del siglo XXI – Construcciones, disputas y desafíos

Yuliana Paola Rojas Navarro

La criminología del siglo XXI enfrenta un panorama complejo, marcado por nuevas construcciones teóricas, disputas académicas y desafíos prácticos. En este contexto, la disciplina se ve obligada a adaptarse a un mundo en constante cambio, donde las dinámicas sociales, económicas y políticas influyen en el fenómeno del delito. La globalización, el avance tecnológico y las crisis sociales han transformado no solo la naturaleza de los delitos, sino también la forma en que se estudian y se abordan.

Uno de los principales desafíos es la integración de diferentes enfoques criminológicos. La criminología contemporánea debe considerar tanto las teorías tradicionales como las nuevas perspectivas críticas que cuestionan las narrativas dominantes sobre la criminalidad. Por ejemplo, el enfoque crítico enfatiza la importancia de entender cómo factores estructurales como la pobreza, la desigualdad y la exclusión social contribuyen a la criminalidad. Esto contrasta con visiones más tradicionales que tienden a centrarse en el individuo como responsable del delito, sin considerar el contexto social que lo rodea.

Además, las disputas en torno a la definición de criminalidad son cada vez más relevantes. La construcción social del delito ha llevado a debates sobre qué conductas deben ser penalizadas y cómo se define lo que es "normal" o "desviado". Este aspecto es crucial en un mundo donde las normas sociales están en constante evolución, impulsadas por movimientos sociales y cambios culturales. La criminología del siglo XXI también debe enfrentar el reto de abordar fenómenos emergentes como el cibercrimen, que requieren nuevas estrategias de prevención y control.

La interdisciplinariedad se presenta como una solución viable para estos desafíos. Integrar conocimientos de sociología, psicología, derecho y otras disciplinas permite una comprensión más holística de la criminalidad. Esta aproximación no solo enriquecerá el análisis criminológico, sino que también facilitará el desarrollo de políticas públicas más efectivas para prevenir el delito y rehabilitar a los infractores.

Por último, es fundamental que los criminólogos adopten una postura proactiva ante los desafíos éticos que surgen en su práctica profesional. La responsabilidad social del criminólogo implica no solo investigar y analizar el delito, sino también contribuir al bienestar social mediante la promoción de políticas justas y equitativas. Esto incluye cuestionar las prácticas punitivas que perpetúan ciclos de violencia y exclusión.

La criminología del siglo XXI se encuentra en un cruce crítico entre tradición e innovación. Los criminólogos deben ser conscientes de las construcciones sociales del delito, involucrarse en disputas académicas significativas y enfrentar desafíos éticos para contribuir efectivamente a una sociedad más segura y justa.



Referencias

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