Introducción
En la criminología contemporánea, una de las teorías más debatidas y aplicadas es la Teoría de la Elección Racional (TER). Esta perspectiva considera que el delito no es un acto irracional o impulsivo, sino una decisión lógica tomada por un individuo tras evaluar riesgos, beneficios y oportunidades. Aunque suene frío y calculador, este enfoque ha sido la base para muchas estrategias de prevención del delito alrededor del mundo. En esta entrada, analizaremos la TER, su aplicación en la realidad costarricense y sus límites, desde una mirada crítica como futura criminóloga.
¿Qué plantea la Teoría de la Elección Racional?
La TER tiene sus raíces en el pensamiento económico y la teoría de la acción racional. Su premisa principal es que las personas —incluidos los delincuentes— toman decisiones calculadas basadas en los costos y beneficios que anticipan.
Según Cornish y Clarke (1986), el criminal no siempre actúa de forma impulsiva o irracional. Por el contrario, evalúa los posibles castigos, las probabilidades de ser atrapado, las ganancias que obtendrá y el esfuerzo requerido. Si los beneficios superan a los costos, la persona elegirá delinquir.
Aplicación práctica: ¿por qué es importante esta teoría?
La TER ha sido fundamental para el desarrollo de políticas como la prevención situacional del delito, el diseño urbano seguro, la instalación de cámaras de vigilancia, y las estrategias de disuasión inmediata (como presencia policial visible). En otras palabras, si el entorno se modifica para aumentar los riesgos del delito o reducir sus beneficios, el delincuente potencial podría decidir no actuar.
En contextos urbanos, por ejemplo, se ha demostrado que el aumento de iluminación pública, cerramiento de lotes baldíos y vigilancia comunitaria pueden influir en la decisión de los delincuentes.
¿Funciona en Costa Rica?
En parte, sí. En Costa Rica se han implementado estrategias influenciadas por esta teoría, especialmente en el programa de Barrios Seguros, promovido por el Ministerio de Seguridad Pública. También se ve reflejada en la instalación de cámaras de vigilancia del OIJ y en programas municipales de prevención del delito.
Por ejemplo, el cantón de Escazú ha reforzado su infraestructura de videovigilancia y ha reportado una reducción en robos a vivienda del 12% en el primer trimestre de 2025, según datos de la municipalidad. Esto confirma que cuando se aumentan los costos del delito, la decisión de delinquir puede cambiar.
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Crítica y limitaciones
Aunque útil, esta teoría no es aplicable a todos los tipos de delito ni a todos los perfiles de infractores.
1. Ignora factores estructurales y emocionales
Muchos delitos son cometidos en contextos de pobreza, exclusión social, abuso de sustancias, salud mental deteriorada o bajo presión emocional. En esos casos, la idea de una elección “racional” es difícil de sostener.
2. No explica delitos pasionales o impulsivos
Los crímenes de odio, violencia doméstica o feminicidios muchas veces se cometen en estados emocionales intensos. La TER no logra dar cuenta de estas dinámicas complejas donde el cálculo racional es mínimo o inexistente.
3. Presume una racionalidad universal
Lo que para una persona es “beneficioso” puede no serlo para otra. La TER no contempla las diferencias culturales, económicas ni psicosociales. Un joven excluido del sistema educativo y laboral puede ver el delito como su única vía de progreso.
Integración con otras teorías
Como futura criminóloga, considero que la TER debe verse como una parte del rompecabezas, no como la explicación total. Es útil para ciertos delitos y contextos, pero necesita complementarse con enfoques más complejos como la criminología crítica, la teoría de la desorganización social o la criminología cultural.
Caso real: crimen organizado y elección racional
El auge de bandas criminales dedicadas al narcotráfico en Costa Rica demuestra cómo la TER puede tener peso. Estas estructuras funcionan como empresas: analizan riesgos, operan con lógicas de eficiencia y maximizan beneficios. Sus líderes no actúan impulsivamente, sino con cálculo.
Sin embargo, quienes son reclutados por estas bandas —muchas veces jóvenes de barrios marginados— no necesariamente actúan con una racionalidad plena. Son coaccionados, desinformados o ven en el crimen su única opción de vida.
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Conclusión
La Teoría de la Elección Racional es una herramienta poderosa para entender el crimen desde una lógica estratégica. Nos ayuda a diseñar políticas de prevención más inteligentes, basadas en modificar entornos y oportunidades. Sin embargo, su aplicación debe hacerse con cautela y conciencia de sus límites.
Como futura profesional en criminología, mi compromiso es no reducir al ser humano a un cálculo frío, sino entender la complejidad detrás de cada conducta delictiva. Solo así podremos generar cambios reales, sostenibles y éticos en nuestra sociedad.
Referencias:
(2021, 15 de diciembre). Teoría de la Elección Racional y Actividades Rutinarias [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=97HVAl8i_gY
Cornish, D., & Clarke, R. (1986). The Reasoning Criminal: Rational Choice Perspectives on Offending. Springer-Verlag.
Fundación Paz Ciudadana. (2010). Análisis delictual: Enfoque y metodología para la reducción del delito.
Municipalidad de Escazú. (2025, mayo). Informe de reducción de delitos. https://escazu.go.cr
La Nación. (2025, abril). Narcotráfico recluta a menores de edad en zonas vulnerables. https://www.nacion.com
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