Introducción
Durante décadas, la criminología se limitó al análisis del delito desde una óptica académica, centrada en tipologías, causas y perfiles delincuenciales. Sin embargo, esta visión introspectiva, aunque valiosa, resultaba insuficiente frente a las necesidades sociales urgentes de prevención, control y reparación del daño. En la actualidad, asistimos a una transformación significativa: la criminología deja de ser solo una ciencia que interpreta para convertirse en una herramienta que incide directamente en las decisiones públicas.
Las políticas públicas representan el espacio donde los saberes criminológicos pueden (y deben) ponerse al servicio de la sociedad. Desde la formulación de estrategias de prevención del delito hasta la evaluación de programas penitenciarios, la participación del criminólogo es cada vez más indispensable. Pero esta participación exige más que conocimientos: requiere compromiso ético, pensamiento crítico y habilidades técnicas para navegar el complejo mundo del poder público.
¿Qué aporta la criminología a las políticas públicas?
La criminología ofrece múltiples herramientas útiles para el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas. A continuación, exploramos sus principales aportes:
1. Análisis estructurado de la realidad delictiva
El primer paso en toda política pública efectiva es conocer la realidad que se quiere transformar. La criminología, con su enfoque multidisciplinario (jurídico, sociológico, psicológico, antropológico), permite caracterizar fenómenos delictivos con rigor: identificar patrones, mapear zonas de riesgo, comprender factores causales y visualizar poblaciones vulnerables.
A diferencia de la percepción común (que muchas veces es manipulada por los medios o intereses políticos), la criminología permite elaborar diagnósticos objetivos, basados en evidencia, que orientan de forma eficaz las intervenciones públicas.
2. Predicción y prevención del delito
Gracias al análisis estadístico y a modelos de riesgo, la criminología puede anticipar escenarios delictivos y proponer estrategias preventivas. Esta capacidad predictiva es crucial para pasar del enfoque reactivo al preventivo, lo cual no solo reduce la violencia, sino que evita el costo humano y económico de la represión.
Por ejemplo, mediante el análisis de variables socioeconómicas, escolares y comunitarias, es posible predecir tasas de reincidencia y focalizar programas de intervención social o educativa.
3. Evaluación de políticas criminales
Una política no es efectiva por el solo hecho de ser implementada. Debe ser evaluada rigurosamente para saber si cumple sus objetivos, si produce efectos adversos o si requiere ajustes. Aquí, el criminólogo puede desempeñar un papel central como evaluador técnico, aplicando métodos cuantitativos y cualitativos, y elaborando indicadores confiables.
La evaluación criminológica no solo mide impacto, sino que visibiliza derechos, denuncia fallas sistémicas y promueve prácticas restaurativas.
4. Diseño de intervenciones con enfoque humanista
El criminólogo tiene la posibilidad (y el deber) de diseñar políticas no solo eficaces, sino éticas. La seguridad no debe lograrse a costa de la dignidad, ni la prevención debe convertirse en vigilancia masiva. Desde la criminología crítica, se promueve una visión de la justicia como transformación, no como castigo. Este enfoque es clave para integrar medidas restaurativas, programas de justicia juvenil o políticas carcelarias centradas en la reinserción.
De la criminología académica a la criminología aplicada
Hablar de criminología aplicada implica abandonar la torre de marfil académica y entrar al terreno de la política real. Esto exige nuevas habilidades: análisis de datos, trabajo con comunidades, capacidad de negociación, conocimiento legal-administrativo, entre otros.
Además, se requiere actitud transformadora, porque el criminólogo no debe limitarse a aplicar políticas ya decididas, sino incidir en su diseño. Es decir, pasar de ser técnico ejecutor a ser actor político (no partidario, pero sí comprometido).
En este tránsito, surgen dilemas éticos: ¿cómo mantener la independencia crítica cuando se trabaja con el Estado?, ¿cómo balancear la técnica con los valores?, ¿cómo hablar de derechos en entornos punitivos? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles, pero marcan el camino hacia una criminología comprometida con la transformación social.
¿Cuál es el rol del criminólogo en la política pública?
El criminólogo no es un administrador más, ni un burócrata del sistema. Su rol es complejo y multifacético:
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Investigador: produce y analiza evidencia para sustentar decisiones.
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Diagnosticador: identifica causas estructurales y contextuales del delito.
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Diseñador: participa en la formulación de programas preventivos o correctivos.
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Evaluador: monitorea resultados, señala fallas y propone mejoras.
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Educador: forma a operadores del sistema y sensibiliza a la ciudadanía.
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Vigilante ético: denuncia abusos, discrimina entre seguridad y autoritarismo.
Este abanico de funciones implica una formación sólida y permanente, pero sobre todo, una visión crítica del poder, porque no toda política pública es justa por el hecho de ser legal.
Noticia nacional actual: Plan de reinserción postcarcelaria impulsado por la sociedad civil
En abril de 2025, varias organizaciones civiles en Costa Rica, junto al Ministerio de Justicia y Paz, lanzaron el Programa Nacional de Acompañamiento para Personas Egresadas del Sistema Penitenciario, una política orientada a reducir la reincidencia mediante empleo, salud mental, y vivienda.
Lo relevante de este plan no es solo su contenido, sino el hecho de que fue co-diseñado por criminólogos egresados de universidades públicas, junto con asociaciones de personas exprivadas de libertad. Esta experiencia demuestra el potencial transformador de la criminología cuando se articula con la sociedad civil y se centra en la dignidad humana.
📰 Fuente: CRHoy, abril 2025
Noticia internacional: Criminología crítica en políticas antirracistas en Canadá
En marzo de 2025, el Gobierno de Canadá implementó una política pública nacional para combatir la discriminación estructural en el sistema de justicia penal. Esta fue diseñada con la participación directa de criminólogos especialistas en racismo institucional, quienes aportaron datos sobre detenciones arbitrarias, disparidad de condenas y condiciones carcelarias.
El rol de la criminología fue clave no solo en el diagnóstico, sino también en la construcción de indicadores para el monitoreo, así como en la formación de operadores judiciales.
📰 Fuente: The Globe and Mail, marzo 2025
Conclusión
La criminología ya no puede ser solo una ciencia de interpretación; debe ser una ciencia de intervención ética, técnica y transformadora. Su integración a las políticas públicas no es un lujo, sino una necesidad si queremos sociedades más seguras y más justas.
Como futuras profesionales, debemos asumir este rol con rigor y conciencia. No basta con saber qué es el delito; debemos participar en la construcción colectiva de un país donde el delito no sea la consecuencia inevitable de la exclusión o la desigualdad.
Desde los márgenes académicos hasta el centro de las decisiones estatales, la criminología tiene el poder de cambiar vidas. El reto es estar a la altura.
Referencias:
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Padró-Solanet, A. (2016). Evaluación y análisis de políticas públicas en la política criminal. Universitat Oberta de Catalunya.
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Binder, A. (s.f.). La política criminal como política pública. CEPPAS.
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